Del «Sí» que sonó como un «No»

Me he resistido a escribir sobre este tema hasta ahora porque pensé, iluso yo, que sólo un VOX dolido por haber tenido la miel del gobierno en la punta de la lengua y haberla perdido sin haberla probado, podría plantear de manera tan absurda. Sin embargo, aquí me veo, a miércoles ya, escribiendo sobre el tema del supuesto «No» del ya confirmado presidente De Castro cuando le preguntaron si presentaba candidatura a la Presidencia de la Ciudad el pasado sábado durante el Pleno de Investidura. Digo que aquí me veo porque, contra todo pronóstico, el Partido Popular, que lleva 20 años gobernando la ciudad (y que debería saber cómo funciona esto) ha insistido en este asunto, no ya una vez ayer con el Vicepresidente Segundo de la Ciudad Daniel Conesa, sino con el aún consejero de Medio Ambiente en funciones Manuel Ángel Quevedo, hoy mismo.

Como digo, insisten, en que Eduardo de Castro dijo «No», cuando el secretario general, siguiendo el Reglamento de la Asamblea, le pregunta si Ciudadanos presentará candidatura a la presidencia de la ciudad. Y esto es lo que argumentan para asegurar que, tras su supuesta negativa, los votos que se produjeron hacia su persona, no son válidos porque, simplemente, no se postuló como candidato. Esto, obviamente, es una tontería como un piano que, repito, pensaba yo que no hacía falta explicarlo, pero parece que habrá que hacerlo para que a nadie le quepa la menor duda de que, Eduardo De Castro es, de facto y oficialmente, el nuevo presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla.

Reglamento

El nuevo reglamento de la Asamblea de Melilla se aprobó hace un poco más de un año, cuando los votos del Partido Popular eran 13. Esto es tremendamente importante. Lo que allí se suscribe, no sólo ha sido «acordado» en el seno de la Asamblea, sino que ha sido diseñado específicamente para servir los intereses del partido que ostentaba la mayoría de la Asamblea, a la sazón, el Partido Popular, puesto que sin sus votos (y con ellos) no se hubiera podido cambiar el anterior Reglamento, con otras reglas. Como digo, el  novísimo Reglamento se estrenaba, en lo que a su artículo 5 se refiere, el pasado día 15 de junio, cuando se elegía por primera vez a un presidente de la ciudad usando el nuevo texto. Está claro que, el texto, no puede ser injusto para el PP, que es quien lo ha diseñado prácticamente.

Para que entendamos bien lo que pone el Reglamento, en el artículo 5, voy a copiar aquí su texto íntegro;

Artículo 5.- Elección del Presidente de la Ciudad Autónoma

1.-La elección del Presidente de la Ciudad Autónoma se realizará en una única votación.

2.-Sólo podrán ser candidatos quienes hubieren encabezado listas electorales que hayan obtenido escaño y manifiesten su voluntad de serlo. Se exceptúan los casos de renuncia, fallecimiento, incapacidad absoluta sobrevenida o pérdida del cargo electo, en los que será sustituido por el siguiente en la lista.

3.- La votación será nominal, por orden alfabético y pública, en la que cada Diputado otorgará su voto a uno de los candidatos o se abstendrá. En caso de haber un solo candidato, cada Diputado votará sí, no, o se abstendrá.

4.-De conformidad con lo establecido en el artículo 15 del Estatuto de autonomía, resultará elegido Presidente de la Ciudad Autónoma el candidato que obtuviere la mayoría absoluta. Si ningún candidato alcanzase esa mayoría quedará designado Presidente el que encabece la lista que hubiese obtenido mayor número de votos en las elecciones.

Me he permitido la libertad de destacar unas cuantas frases que son importantes en este texto y a las que luego me referiré. Pero para entender lo que va a pasar después hay que entender cómo funciona una democracia parlamentaria, así que, brevemente, lo explicaré.

Una vez que se convocan elecciones en Melilla, los distintos partidos políticos conforman sus listas. No es casualidad que cada lista deba contener 25 nombres. Se trata del número de escaños que tiene la Asamblea de Melilla, esto significa, que los partidos políticos aspiran a tener TODOS los escaños, o votos, de la Asamblea de Melilla para tomar las decisiones que afecten a su ámbito de gobierno. Una vez que se celebran las elecciones, se asignan dichos asientos atendiendo a una fórmula llamada Ley D´hont, que calcula la representatividad que debe tener cada partido político en la Asamblea, basándose en el número de votos que ha obtenido la lista (no el partido) durante la jornada electoral. Una vez que se ha hecho este reparto y los miembros de las listas elegidos han tomado posesión de sus cargos, LOS RESULTADOS ELECTORALES DEJAN DE TENER EFECTO. Es decir, la voluntad del pueblo deja de tener efecto a través de los votos depositados en las urnas y pasa a serlo a través de la voz de cada uno de los diputados de la Asamblea que, como ya he dicho, son elegidos basándose en dichos resultados electorales y aplicando una fórmula. En este momento, es importante decir que LOS PARTIDOS DEJAN DE EXISTIR puesto que las actas de diputados son personales, esto es, que el diputado electo es LIBRE y vota representando a 1/25 de los ciudadanos de Melilla. Es importante darse cuenta de que TODOS LOS DIPUTADOS tienen el mismo VALOR, es decir, sus opiniones y votos tienen EL MISMO PESO.

Es un error muy común pensar que como una persona pertenecía a una lista electoral que ha recibido un número menor de votos SU VOTO TIENE MENOS VALOR, pero no es así. En una democracia parlamentaria, la voz de cada diputado tiene el mismo valor y su voto el mismo peso. Por tanto, decir que Imbroda tiene más derecho a ser presidente que De Castro por pertenecer a la lista más votada ES UN ABSURDO dentro del marco legal que rige nuestra democracia. Sin embargo el Reglamento de la Asamblea (que deberá ser corregido más tarde o más temprano) establece que si no hay un candidato a la presidencia (de entre los cabeza de lista de los distintos partidos políticos que se presentaron a las elecciones) que obtenga una mayoría absoluta de los votos, es decir, 13, que deberá ser nombrado el candidato «de la lista más votada». Como ya he dicho, esto deberá ser cambiado porque los resultados electorales SOLO DEBEN USARSE para conformar la Asamblea y ésta, una vez conformada, es un órgano soberano que no debe usar los resultados electorales para dirimir ningún asunto. Por otra parte, el Reglamento exige que sean sólo los cabeza de lista los únicos que pueden presentarse como candidatos a la presidencia, cuando el orden de los candidatos en lista los pone EL PARTIDO. Por tanto, y para ser perfectamente democráticos, el Reglamento debería permitir que cualquiera de los diputados pudiera presentarse como candidato y que, cada uno, votara a quien le pareciera oportuno de entre los que se presenten voluntariamente.

La voluntariedad del Art.5.2

Cuando se diseñó este Reglamento (y el anterior porque esto no es nuevo), se redactó la frase «manifiesten la voluntad de serlo» con un espíritu al que hay que apelar para entender cómo debe ser interpretado. La razón por la que se exige que sólo puedan votarse a los candidatos que manifiesten su voluntad es que se quería evitar que un diputado saliera elegido sin que quisiera asumir dicha responsabilidad. Imagínense, que alguien que no quiere ser presidente, salga elegido por el voto de los demás. Esto es, dicho sea de paso, otro de los absurdos que habrá que modificar del Reglamento, puesto que la «voluntad de serlo» está implícita en el acto de presentarse a unas elecciones como candidato, fíjense que cosa, «a la presidencia de la ciudad». Lo que se debe evitar es que, por coacciones y conspiraciones varias, un diputado de la Asamblea, no pueda ser elegido porque le obliguen a no presentarse para facilitar la elección de un candidato de otro partido. ¿Se imaginan que desde Madrid quieran torcer la voluntad de la Asamblea de Melilla, elegida democráticamente, para que no puedan votar a uno de sus miembros porque lo imposibilite una disciplina de partido que le obligue a no presentarse? ¿No sería eso un engaño al pueblo de Melilla?. Cuando se presentaron a las elecciones, los candidatos vendieron a los melillenses el compromiso de asumir la presidencia de la ciudad si salían elegidos, cuidado, no por el pueblo SINO POR LOS REPRESENTANTES DE PUEBLO en la Asamblea de Melilla. Ese es el juego. Si un candidato no se presenta como elegible tras jurar o prometer su cargo, siguiendo directrices de su partido, para favorecer que otro sea presidente, impidiendo así que una mayoría de representantes del pueblo lo elija a él (porque esa sea su voluntad y, por tanto, la de la mayoría del pueblo), ES UN ASALTO A MANO ARMADA A LA DEMOCRACIA.

El Pleno

Durante el Pleno de Investidura, el secretario leyó el Artículo 5 del Reglamento y pasó a preguntar a los cabeza de lista de los distintos partidos políticos si presentaban candidatura. Esto no está en el Reglamento, cuidado, esto es una fórmula usada por el secretario para establecer esa «manifestación de su voluntad de serlo» que puede hacerse, como puede uno interpretar, de cualquier manera. A lo que me refiero es que no se «tiene» que hacer de esa manera ni «tiene» una fórmula establecida para que tenga efecto. Lo único que debe quedar establecido es, simplemente, la «manifestación de su voluntad de serlo». Imaginemos que, por un lapsus línguae, Eduardo de Castro hubiera dicho «no» ante la pregunta del secretario. En este caso, no hubiera manifestado su voluntad de ser elegido, EN ESE MOMENTO.

Sin embargo, una vez que empieza la votación, el diputado electo Mohamed Al Lal de Coalición por Melilla y primera persona en votar dice «Eduardo de Castro» al preguntársele por su voto. Seguidamente, el presidente dice al secretario «no ha presentado candidatura» y el secretario le responde afirmativamente «si ha presentado», el diputado socialista y miembro de la Mesa de Edad, Mohamed Mohand confirma «si ha presentado». El presidente le pregunta a De Castro directamente «¿Has presentado candidatura?» a lo que Eduardo de Castro responde «Si» y el presidente confirma «Ah, vale, vale, de acuerdo, es que no lo había oído. Venga, vale». Si esto no es «manifestar su voluntad de serlo» de manera clara, evidente, confirmada y contundente QUE BAJE DIOS Y LO VEA. Pero hay más.

Después de dos votos más le toca el turno a Eduardo De Castro. Cuando es preguntado espeta contundente, alto y claro «Don Eduardo de Castro», es decir, se vota a sí mismo, de nuevo, una manifestación clara de su «voluntad de ser elegido». Después se produjeron las demás votaciones y se escuchó al presidente decir en varias ocasiones «vaya personaje», «muy bonito», «qué sinvergüenzas» y otras lindezas que dejaban claro que era consciente de que, De Castro, iba a ser elegido, es decir, que su candidatura era clara y evidente ya para todos. Nunca paralizó la votación, nunca corrigió a ninguno de los diputados que votaron por Eduardo de Castro, ni él ni el secretario ni ninguno de los diputados populares o de VOX que ahora protestan. Pero hay más.

Cuando es el turno de la Mesa de Edad, el socialista Mohamed Mohand es preguntado y responde: «con honor, otorgo mi confianza a Don Eduardo De Castro». El secretario no acepta esta fórmula y le pide que repita su voto usando la formula que establece el Reglamento en su Art.5.3. El diputado vuelve a levantarse y dice «No ha quedado claro, voto a Don Eduardo De Castro» a lo que el presidente responde «Ahora sí está bien» aceptando la fórmula usada por el diputado para votar. Nótese que el Artículo 5.3 establece que si hay varios candidatos, la fórmula será votar por uno de ellos, por nombre. Léalo otra vez, está ahí «Cada Diputado otorgará su voto a uno de los candidatos o se abstendrá«. TODOS los diputados de la Asamblea votaron a un candidato por nombre, o Juan José Imbroda, o Eduardo De Castro, repito TODOS. Ninguno dijo «Si», «No» o «abstención», que es la fórmula usada en caso de que, como dice el mismo artículo «sólo haya un candidato». TODOS actuaron como si hubiese DOS CANDIDATOS, es decir, TODOS asumieron, aceptaron y actuaron en base a una aceptación manifiesta de Eduardo De Castro a ser elegido presidente. Pero hay más.

Cuando le toca a Imbroda votar usa estas palabras literalmente «Con el mismo honor y con la misma fuerza otorgo mi voto al que ha ganado las elecciones del grupo Popular que he sido yo». El problema es que no sólo no ha usado la fórmula que establece el Reglamento para la elección de presidente cuando sólo hay un candidato, es decir, «Si», «No» o «abstención». El problema es que TAMPOCO dice su nombre cuando se pretende votar a sí mismo. Técnicamente hablando, SU VOTO NO CUENTA, porque no dice su nombre sino que usa el pronombre «yo». Puestos a hablar de cuestiones técnicas, igual Imbroda hasta pierde su propio voto… por chulo. Pero hay más.

El secretario entonces le indica al ya ex-presidente que se levante del sillón y deje a su sucesor el lugar de presidencia. El presidente lo hace sin rechistar. Nuevamente aceptando la decisión soberana de la Asamblea. Nadie protesta ni paraliza nada. El secretario continúa con la votación de los Vicepresidentes de la Asamblea, es decir, el artículo 6. Esto es, de manera inequívoca, una aceptación de la conclusión del Artículo 5, esto es, no se puede pasar a la elección de los Vicepresidentes de la Asamblea sin antes haber elegido a un presidente. Esto es, de nuevo, una prueba clara y evidente de que el secretario y todos los presentes, habían aceptado el nombramiento de De Castro. Después de las votaciones y la jura de los cargos de Vicepresidencia, se cierra el acta de manera pública, lo hace la Vicepresidenta Primera de la Asamblea con las palabras «Queda definitivamente constituida la Asamblea de Melilla. Suerte a todos.». La bancada del Partido Popular abandona el Salón de Plenos sin elevar ni una sola queja. Pero aún hay más.

Hoy, cuatro días después de la celebración del Pleno de Investidura, el Boletín Oficial del Estado publica el nombramiento oficial de Eduardo De Castro como presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla sancionado por el Rey, lo que supone la oficialidad del cargo bajo la Ley. A partir de ahí no caben más especulaciones.

No me cabe la menor duda de que desde el Partido Popular de Melilla seguirán haciendo el ridículo intentando, a la desesperada, cambiar una realidad que ya es incontestable. Pero me parece cuanto menos curioso, que quienes son ya «perros viejos» de la política comentan un error tan simple. Sabiendo como saben que esto no tiene ningún recorrido y que la población, en general, sabe de sobra que Eduardo De Castro ha sido elegido con las herramientas democráticas que le dan derecho a ello, deberían dejar ya de patalear como niños consentidos y empezar a mirar al futuro. Los 20 años de su gobierno ya pertenecen al PASADO.

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