El Borrego de la Discordia III

De verdad que pensaba que no iba a haber una tercera parte de esta historia, pero aquí me ven, después de dos años, escribiendo el siguiente capítulo de esta serie que ya no me atrevo a decir que va a ver su final pronto.

Después de haber comprobado como, en «El Borrego de la Discordia I», la festividad del Eid el Kebir había sido puesta en peligro por el día en el que se debía celebrar y en el «Borrego de la Discordia II» la excusa era un brote de fiebre aftosa en Marruecos, ahora llega «El Borrego de la Discordia III» donde, según parece, el problema es que los borregos que llegan a la ciudad deben ir a un «hotel» antes de pasar por el sacrificio.

Toda esta suerte de escollos, que recordemos son muy actuales, ya que la fiesta religiosa del borrego se lleva celebrando en Melilla de la misma manera desde hace generaciones, ha sido generada por el Gobierno de la Ciudad Autonoma de Melilla, que ha pretendido organizar algo que tenía que haberse, bajo mi humilde opinión, dejado como estaba. No quiero decir con esto que, como estaba, estuviera bien. No me malinterpreten, lo que quiero decir es que, si la alternativa es peor, mejor dejar las cosas como están. Como dice el refranero americano «if it works, don’t fix it» (si funciona, no lo arregles).

Después de haber visto como, en un intento de poner pegas a la introducción de borregos de Marruecos desde el año 2015, y tal y como se han sucedido los acontecimientos, podemos llegar a una conclusión que hoy parece obvia pero que, cuando escribí mi capítulo número dos, aún había mucha gente poco convencida. El problema NO ERA y nunca fue el brote de fiebre aftosa en Marruecos. Es importante que presten atención a este detalle, porque una vez que se sumerjan en la lectura de este modesto artículo, se darán cuenta de que ésta es, quizá, la clave más importante para entender todo lo que pasa después y nos ha llevado hasta la situación actual. La razón por la que digo esto no es otra que, primero, todos los implicados en la prohibición de la entrada de borregos desde el 2015 hacia Melilla, desde Marruecos, han insistido en que los musulmanes de Melilla consuman borrego español para el día del sacrificio religioso del Eid. No porque éste sea susceptible de tener fiebre aftosa, sino porque «estamos en ESPAÑA». Esto ya lo dije yo en su momento en mi anterior entrada. Lo que ratifica esta idea es que, después de que el brote de fiebre aftosa se haya erradicado y se hayan levantado todas las medidas excepcionales ante el mencionado brote, la situación NO HA VUELTO A SU ORIGEN. Es decir, ahora no es igual que antes. No hacen falta mas de dos neuronas trabajando para entender que el problema, por tanto, NO ERA la fiebre aftosa, sino que detrás de esta «superregulación» existe una intención DIFERENTE.

Ustedes en este punto seguro que se estarán preguntando «¿cuál es esa intención de la que hablas?». Bien, eso, amigo lector, está en sus manos descubrirlo, yo sólo le voy a dar las claves para que usted tome la decisión que le parezca más oportuna.

Veamos ahora qué es lo que ha pasado desde que el fantasma de la fiebre aftosa ya dejó de asustar a los niños por la noche. El año pasado, 2017, los borregos procedentes de Marruecos no tenían impuesto ningún tipo de restricción basada en el foco de fiebre aftosa declarado dos años antes. No tendría sentido alguno ya que el brote no solo había sido erradicado sino que Marruecos ha exportado desde entonces, con fecha bastante anterior a agosto de 2016, toda clase de bobino y caprino de sus ganaderías con destino a la UE, al amparo de los acuerdos de exportación que, y fíjense que cosa más curiosa, VUELVEN A SU CAUCE sin cambio alguno, después de que el brote fuera oficialmente declarado erradicado por las autoridades sanitarias pertinentes. Sin embargo, 11 borregos procedentes de Marruecos, que se intentaron introducir en Melilla justo antes del Eid, fueron retenidos en la frontera por parte de la Guardia Civil y devueltos a su lugar de origen. ¿Cuál es la razón por la que se prohibió la entrada de dichos borregos, como se había estado haciendo hasta la fecha»?, pues según consta en el acta de actuaciones, el problema es que los dueños de los borregos no consiguieron que la Ciudad Autonoma aceptara dichos borregos en el matadero municipal, ya que, al parecer, dichos animales tenían que contar con un certificado de destino. ¿De donde sale este «nuevo requisito»?, ahí está el quid de la cuestión, puesto que, sin fiebre aftosa, la situación había cambiado de «pase usted» a «¿donde va el borrego?», y lo único diferente ahora era un interés, vehementemente defendido, en virtud del cual los musulmanes de Melilla debíamos aceptar que el consumo del borrego (un negocio millonario que ya estimé en mi anterior entrada en un millón y medio de euros) debía hacerse a través de una operación comercial que pagara impuestos en Melilla, es decir: un importador de la cuidad que trajera los borregos a Melilla y que dicha venta se produjera en la ciudad. Ni que decir tiene que los borregos, en principio, tenían que ser españoles para así cerrar el círculo de «nacionalización» de la fiesta. Con este berenjenal montado, si no existía un lugar debidamente registrado en la ciudad que aceptara los borregos (obviamente una iniciativa privada como se ha encargado de recordar la Consejera de Sanidad de Melilla en un muy poco disimulado intento de que todo «se quede en casa») los borregos no entraban desde Marruecos. Nótese que quienes más se verían afectados en caso de que un particular (o 5000) introducían borregos desde Marruecos sin pedirle cuentas a nadie son los de la «iniciativa privada» que verían como un negocio millonario se les escapaba de las manos. El refranero americano nos vuelve a regalar otra perla: «follow the money» (sigue el rastro del dinero).

Después de un tira y afloja en el que no merece la pena entrar ahora mismo, el Gobierno (que de momento y hasta la moción de censura de Mariano Rajoy trataré como uno solo, aunque sean dos, el local y el central) tiene que poner algo por escrito para justificar dos cosas: una, que los borregos que entren en Melilla no los puedan meter particulares y dos, que los borregos de Marruecos puedan entrar, de forma controlada por una iniciativa privada, en la ciudad. Lo primero, es obviamente un intento de que el Eid sea un movimiento comercial ventajoso para… bueno, le dejo que lo imagine. Lo segundo, es porque, y esto no se le escapa a nadie, la presión inimaginable para los actores de esta ópera por parte de la sociedad en general (que se ha puesto más de acuerdo en esto de lo que podrían haber predicho) ha hecho que tengan que abandonar uno de sus estandarte: el de que el borrego sea «español».

Vista la necesidad y, no me cabe la menor duda, casualmente el día en el que Rajoy perdía la confianza del Congreso, el Gobierno (sigue siendo uno) lanza una Orden Ministerial en la que describe como se van a hacer las cosas a partir de ahora. Recuerden mientras repasan estas importantes claves, que antes de esta Orden Ministerial, los borregos pasaban por la frontera SIN CUMPLIR CON NINGUNO de estos requisitos:

1. Los borregos tendrán que ser transportados en un vehículo homologado para la carga de animales, debidamente desinfectado contra la fiebre aftosa (ya no hay fiebre aftosa) y con un certificado que acredite que ha sido desinfectado. ¿Se acuerdan del rifirafe con los veterinarios de Melilla?, este requisito les ARREBATA su capacidad de negociar el precio al quitarles la carta que tenían bajo la manga (ahora no pueden decir que van a hacer «la vista gorda»).

2. Los borregos tendrán que ser introducidos por un ganadero o un importador registrado que certificará que el destino de los animales será un cebadero o una explotación ganadera. Con esta restricción el Gobierno (el uno) se asegura que la venta se produce en ESPAÑA, y alguien se lleva al bolsillo un negocio millonario (también conocido como «iniciativa privada»).

Indudablemente, con esta Orden Ministerial ya se habían puesto de acuerdo los agentes necesarios para que este año, en Melilla, hubiera borregos marroquíes de venta en Melilla. Pero también se aseguraban de que dichos borregos se vendían en la ciudad, y que alguien ganaba dinero con ello. Podríamos ahora discutir acerca de las mil y una cosas hechas mal con dicha orden, empezando por el encarecimiento del producto, la tremenda limitación de la capacidad de decidir del comprador (que solo puede comprar lo que haya llegado a Melilla) y obviamente la más que inaceptable tergiversación de una tradición religiosa milenaria con el único fin de hacer ganar dinero a unos cuantos.

Si embargo, y como ya dije, la Orden Ministerial del Gobierno (el uno) llega justo el día en el que Pedro Sanchez llega al poder. Con este cambio, ya tenemos que hablar de dos gobiernos, el local, que defiende a capa y espada su Orden Ministerial «ad hoc» y el central, que en principio venía a solucionar el problema. Visitemos de nuevo el refranero americano, «si funciona, no lo arregles». El nuevo gobierno, después de todo este periplo que les he relatado, lo único que tenia que hacer es dejar sin efecto la Orden anterior por tres simples razones, una, porque es una Orden que pretende hacer negocio con una festividad religiosa ya que no hay ninguna otra razón salvo la puramente económica para justificar los cambios que se proponen. Dos, porque la manera en la que se lleva celebrando la festividad religiosa en Melilla desde hace cientos de años no incumple ningún precepto legal, por lo que se puede seguir haciendo, al menos, hasta que se llegue a una normativa justificada por otra razón más que la puramente económica y tres, porque la Orden Ministerial anterior está siendo objeto de un proceso judicial que podría cambiar todo el escenario.

Sin embargo, el nuevo gobierno central, no sólo no deja sin efecto la Orden anterior claramente diseñada para controlar el negocio del borrego en Melilla, sino que, además, se atreve a diseñar, en tiempo récord, una nueva Orden Ministerial que sustituya a la anterior.

La nueva Orden Ministerial, de momento, elimina la restricción del movimiento comercial de animales. Es decir, elimina la posibilidad de que el señor «iniciativa privada» se llene los bolsillos con el millón y medio de euros de volumen de negocio del borrego. Esto estaría muy bien si luego no siguiera exigiendo que el destino de dichos borregos tuviera que ser certificado, es decir, que el señor «iniciativa privada» tiene que darme permiso para que pueda comprar mi borrego y traerlo a su finca, donde él (imagino que porque es un romántico) me va a dejar que lleve mi borrego y me lo va a cuidar de gañote. El problema es que el señor «iniciativa privada»no es la Madre Teresa de Calcuta, y ya de por sí está un poco decepcionado con el desvanecimiento ante sus ojos del negocio millonario que le habían prometido (y que Pedro Sanchez le había arrebatado con la nueva Orden Ministerial). Claro, esto último lo debía de saber el nuevo gobierno central, pero parece que peca de ingenuo. Por eso es por lo que, después de haber metido la pata, tiene que ir urgentemente a pedirle al gobierno local (el que estaba interesado en la iniciativa privada) que le deje unos terrenos gratis para que los animales puedan entrar desde Marruecos y llegar ahí. Parece de chiste, pero lo normal es que, antes de pretender que quien ha estado luchando con uñas y dientes contra lo que tú quieres hacer, te venga a ayudar ahora por las buenas, es mejor y más sencillo ELIMINAR DICHA RESTRICCIÓN INNECESARIA. La razón por la que los borregos deben ir a una explotación ganadera, cebadero, centro de concentración de animales o matadero es ECONÓMICA. No existe ninguna otra razón de tipo sanitario (o de otro tipo) que justifique dicha medida, y recordemos que quien estaba interesado en hacer negocio con la fiesta era el señor «iniciativa privada» ayudado por el gobierno local. ¿Por que se presta el nuevo gobierno a este juego?, quizá nunca lo sepamos.

Pero el redoble de tambor no es ni siquiera este último. El «arreglo» del nuevo gobierno incluye una restricción antes inexistente: QUE LOS BORREGOS TIENEN QUE IR AL MATADERO. No voy a ahondar en el tema de porque llevar los borregos al matadero el día del Eid es una barbaridad como tres pianos de cola, lo resumiré, de nuevo con la frase «si funciona, no lo arregles». La realidad es que, con la nueva Orden Ministerial, es MATERIALMENTE IMPOSIBLE celebrar el Eid en Melilla. Lejos de arreglar el problema, el nuevo gobierno central, ha sentenciado la festividad al fracaso, a no ser que sean capaces de demostrar que, en un matadero de apenas 2000 metros cuadrados, puedas sacrificar más de 5000 borregos en 3 horas.

Desgraciadamente, como dije al principio, esto es un capítulo más, pero no será el último.

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